viernes, 5 de febrero de 2010

Le Scaphandrier et le pétite Géante du Titanic (día 2)

Abro los ojos, el día está claro. Me levanto a ver la hora en mi celular. 07.30, maldición, me había quedado dormida. Rápidamente me vestí con una polera lo más cerrada posible, para evitar volver a quemarme. Junté mis cosas y me fui a la plaza Bulnes. Llegué y había muchísima gente. En medio de la plaza tres elementos llamaban mucho la atención: un ancla giante, obviamente una grúa, pero muchísimo más alta de lo que se había visto en el 2007 y en el día anterior y un container azul muy alto con el nombre "VALPARAÍSO" estampado a un costado.




Aproveché que me quedaba más de una hora para que despertara el gigante y fui a la plaza de la Constitución a ver a la pequeña dormir. Había muchísima más gente aún. Caminé a la plaza de armas, recién estaban enrejando ese sector. Volví a la plaza Bulnes y pregunté por el recorrido a un carabinero.

-Teatinos, Alameda, San martín.
-Muchas gracias.

Me ubiqué lejos, en la esquina de Teatinos con la Alameda, cosa de poder seguirlo un rato.
Esperé de pie a pleno Sol. De a poco fue llegando más y más gente. No me di ni cuenta, pero el sector donde me había ubicado ya estaba colapsad de gente. Llamé a mi hermana, ella estaba al lado contrario de donde estaba yo, quedamos de juntarnos después.

De pronto, dos liliputienses fueron subidos con la grua hasta el container, aseguraron unas cadenas a la tapa y bajaron haciendo "rappel" por un costado del mismo. Al mismo tiempo, los Balayeurs comenzaban a tocar Symphony o.




Poco a poco las compuertas del container empezaron a abrirse y asomaron dos liliputienses más, quienes aseguraron otras cadenas a "algo" dentro de la enorme caja de lata.




Obviamente ese algo era el tío Escafandra.
Una vez fuera, del container comenzó a salir humo.




Mientars el ambiente esta cubierto por esta bruma, procedieron a colocar los pesos en el traje del tio Escafandra.


 


Ya estaba listo para partir.


 


Adivinen qué...




El carabinero que me informó que el Escafandra saldría por Teatinos, tenía idea de absolutamente NADA. Frustrada al ver que se retiraba por el lado contrario al cual me encontraba, y que a esa altura ya me sería imposible seguirlo debido a la gran cantidad de gente, decidí correr a plaza de armas, donde me encontraría con mi hermana.
Esperamos alrededor de media hora a un costado del pasillo por el que se iría. Cuando lo vimos aparecer, la gente comenzó a saltar las barreras de seguridad y colapsar la calle. Con mi hermana lógicamente nos quedamos fuera de las barreras, esperando a ver si sacaban a esas personas.




Llegó a la esquina y se sentó en su especie de iceberg (o lo que seaque haya representado ese cubo azul), para luego proceder a tomar agua. Un grupo de liliputienses le desatornilló y luego retiró el vidrio frontal de su escafandra y un chorro de agua proveniente de un camión de bomberos comenzaba a entrar directo por aquel agujero de la escafandra.
Debido a la cantidad de gente, tuve que poner el enfóque de mi cámara en automático, y estirar mi brazo lo más alto posible para poder capturar el momento, lo que como consecuencia me trajo que la lente enfocó la sombrilla de una señora que estaba justo delante mío. He aquí las únicas dos fotos que puedo "rescatar", y que aún así, lucen horrible. Aina, mátate.


 


 


Nuevamente, el señor Escafandra no salió por donde lo esperaba, ya que la gran cantidad de gente que había saltado las barreras bloqueaba el paso. Siguió de largo y lo perdimos.

Luego de intentar infructuosamente adelantarnos a él y seguirlo un rato por el centro, nos dimos por vencidas y decidimos que debíamos comer algo (almenos yo, que era segundo día consecutivo que salía de casa sin desayunar). Así que partimos de vuelta a casa, almorzamos llenamos nuestras botellas de agua, se me ocurrió la brillante idea de cambiarme los gruesos jeans por unos pantalones delgados y sueltos, y salimos nuevamente. Esta vez nuestro destino era la plaza Bulnes donde a eso de las 20.00 hrs. el tío escafandra debía reunirse con su sobrina la Pequeña Gigante.

Llegamos a eso de las 15.00 hrs. Teníamos una larga espera de 5 horas bajo el sol aún. Por suerte llevé mi pendrive que salvó un rato con las extensas composiciones de Xenakis (amo a Xenakis). Nos aplicabamos bloqueador cada una hora.

Para nuestra sorpresa, la espera no se nos hizo tan larga (al menos a mí). A eso de las 16.00 hrs pasó por Teatinos la Pequeña en su barco, donde justo en el bandejón central de la Alameda se detuvo y los liliputienses lanzaron agua a los espectadores que rondaban por ahí, con el pretexto de limpiar el barco. Mucha gente saltó las barreras y se acomodó en la calle por donde entrarían los gigantes más tarde. De una Alameda limpia, decente y agradable, pasó a ser un basural. Sí, me impactó el antes y el después (una vez que carabineros corriera a toda esa gente). No era una calle, era un basural. Me llegó a dar vergüenza ajena de solo pensar en la entrada de los gigantes, y los pobres liliputienses que con cada paso dado, pisarían o una botella, una bolsa y quien sabe cuánta basura más. En fin (como siempre he dicho, amo mucho mi Chile, pero por la cresta que falta harto que aprender por parte de su gente).


 


Volviendo a la Pequeña, habrá estado detenida unos 7 minutos y continuó hacia el parque Almagro. Qué ganas de haberla visto allí, imagínense la foto, ella durmiendo en medio del verde parque, rodeada de árboles y de fondo la basílica y más atrás la cordillera. Pero bueno, no se puede estar en dos lugares al mismo tiempo ¿o sí?

Seguía nuestra espera y la de muchísima gente más. Los potentes rayos del Sol se reflejaban y potenciaban en el pavimento. En ese momento pensaba en quién me mandaba a meterme en esas cosas. Todo era por ver este hermoso espectáculo que nos visitaba luego de tres años (y quizás cuándo volverían, si es que vuelven) y por ver a ese liliputiense que revoloteaba por mi cabeza (sí, el mismo que cautivó el corazón de muchas chilenas, el liliputiense con dreadlocks).

Para pasar un poco lo caliente que estaba el ambiente, los bomberos lanzaron agua desde las alturas, en diferentes puntos de la Alameda.




Yo no me había percatado, pero justo tras la masa de gente que había en el sector donde estabamos con mi hermana, había uno de estos carros. Sentí una fina lluvia en mi espalda que luego se transformó en un chorro potente de agua que caía sobre nosotras. Como pude traté de salvar mi cámara, que justo en ese inoportuno momento tenía en mis manos. Me asusté mucho, pensé que sería el fin de tamaña inversión que había hecho hace menos de un mes. Para mi suerte, cuando dejó de caer agua, verifiqué y la cámara estaba a salvo.

A eso de las 18.00 hrs aplausos y gritos que se escuchaban a lo lejos nos alertaron de la venida del gigante.


 


Escoltado por carabineros llegaba desde el este al punto de encuentro. 

Pasó muy cerca nuestro.


  


Debe ser entretenido (además de hermoso) trabajar en esto, pero muy cansador.


 


Entró a la plaza Bulnes y se sentó en su "trozo de hielo" donde le sacaron la escafandra.




 Me pregunto cuánto pesará la escafandra

 


 Mientras Escafandra dormía, el genio, Jean Luc Courcoult, se paseaba por el lugar.




En algún momento determinado, todas las miradas se centraron en él, discutía con un carabinero, y todos queríamos saber la causa. Luego de gritarle un par de cosas en francés (que su intérprete traducía silenciosamente) y hacerle unos gestos de burla, se alejó enojadísimo, avanzó unos 10 metros cuando se volteó y le dedicó al carabinero el "ollúo" más enérgico que he visto en mis cortos 20 años. Avanzó un par de metros más mientras seguía discutiendo con su intérprete y volvió a dar la media vuelta para dedicar otro "ollúo" más. Toda la gente que miraba tal espectáculo respondió con un "oohhh" y se escucharon un par de aplausos. Hasta el día de hoy desconozco la causa de tal discusión.

La hora pasaba y a eso de las 19.30 desde el oeste apareció la pequeña Gigante con su impermeable y su bote.




También pasó muy cerca mío (nótese la cantidad de gente en el edificio observando).


 


Y finalmente tan ansiado encuentro ocurrió




Luego de verse, procedieron a sacarle el impermeable a la Pequeña, quien le bailaría el clásico tema "Y dansé" de los Balayeurs du désert a su tío.




Los liliputienses haciendo la magia realidad




Finalmente la escena que todos esperaban. Escafandra tomó en brazos a la Pequeña.




Por la izquierda entraba un liliputiense manejando una moto arreglada con una tornamesa y numerosos altavoces.




Se estacionó a mano derecha y otros tres liliputienses entraban con un disco de vinilo gigante.




Lo sacaron e instalaron en la tornamesa. Un clásico comenzaba a sonar.




 


 


Y junto con eso, los gigantes caian profundamente dormidos.





El espectáculo por hoy había terminado.
Debimos esperar una media hora con mi hermana para poder salir atravesando la masa de gente. Cansadísimas volvimos a casa.

Todas las imagenes disponibles en mi galería picasa.

1 comentario:

  1. Que bonita la última foto :o, y la donde cuelga y aaahh... bueno, ¡varias! xD Súper atléticos los hombres de rojo esos ._.
    ¡Saludos Socia! (:

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