domingo, 21 de febrero de 2010

Lucas Emanuel Barrile López (5 meses)

Cuando iba en el colegio, específicamente en tercero medio, conocí a Ledy López. Ella iba un curso más adelantado que yo y por esas cosas de la vida, jamás habíamos intercambiado palabras pese a que yo llevaba ya tres años en ese colegio y ella toda su enseñanza (básica y media) hasta ese momento. Hubo un episodio particular que nos unió
Ella aspiraba a ser cantante lírica, yo, en ese momento, quería ser intérprete en piano.

Resulta que ese colegio había sido fundado por la mítica señora Inés, hacía por lo menos unos 50 años atrás y cada año estaba la tradición de celebrarle su cumpleaños con bombos y platillos. Los niños de kinder siempre hacía un tierno baile, los más grandes recitaban poemas o cantaban.
Hubo un año en que junto al grupo instrumental toqué un par de piezas de los maestros del clavecín, en ese entonces llevaba dos años tomando clases de piano, pero nadie sabía de aquello, y fui en ese entonces la artista revelación del colegio.

Pero no nos dervituemos del tema central. Era el año 2006 cuando Ledy me pidió que la acompañara porque quería presentar un número en la celebración del cumpleaños ochentaitantos de la señora Inés. Accedí inmediatamente y nos pusimos a ensayar. El tema escogido era Memory del musical de Cats. En ese entonces Ledy no tenía estudios formales de canto lírico, sólo tenía las ganas de cantar y la afinación, por lo que su voz fue un tanto débil, pero gracias a que estaba amplificada no se notó mucho. Por mi parte, llevaba poco tiempo estudiando piano y jamás había hecho el papel de pianista acompañante, así que solo la seguía con arpegios y de vez en cuando doblaba la melodía. De aquella presentación quedó esta foto:

 

Despues de que la música nos unió, nada nos volvió a separar. Nada, excepto la distancia. Ella persiguió su sueño de ser cantante lírica y llegó a Rosario, Argentina, a estudiar. Allí conoció a Ismael, uno de los profesores de la cátedra de canto y se emparejó con él. Como resultado, al poco tiempo tuvieron un hijo, Lucas.

Recuerdo que vi a Ledy en el verano del 09', cuando ella recién tenía 3 semanas de embarazo. Un año después conocí a Lucas, ya con 5 meses de nacido.


Sus piecitos:

 
"No me molestes mientras bebo de mi biberón" :
 


  


Definitivamente esta es mi favorita:

  


 Tierna imagen ¿no?

  


Esa cara exquisita de placer:

  
 

Y una sonrisa para terminar:

domingo, 7 de febrero de 2010

Le Scaphandrier et le pétite Géante du Titanic (día 3 y último)

Domingo 31 de Enero.
Hoy fue la jornada que menos valió la pena, no hay muchas fotos ni mucho que relatar.

La noche anterior había programado mi despertador a las 08.00 hrs, cosa que nunca escuché sonar.
Eran las 10 am cuando abrí mis ojos y me dí cuenta de tal tragedia. Prendí el televisor y allí estaban los gigantes durmiendo. Como no tenia sentido llegar a la plaza Bulnes, a más no poder de gente, decidí salir después de almuerzo. No sabía si ir a Portugal con la Alameda o a esperar eternamente a la Plaza de la ciudadanía. Si iba a Portugal, los encontraría durmiendo, estaría rodeada de gente y sólo vería su despertar y partir hacia la plaza de la ciudadanía, a lo mucho (y lo dudaba bastante) podría seguirlos un rato, cosa que veía muy complicada por la cantidad de gente que haría lo mismo. Si iba a la plaza de la ciudadanía, tendría que espear 5 horas para verlos llegar e inmediatamente ser guardados en sus respectivos containers. No había mucha diferencia entre ambos panoramas. Finalmente me decidí por ir a insolarme a la plaza de la ciudadanía.
Camino al centro de Santiago, recibí un mensaje de Jose, el que me informaba que se juntaría con la Pato y el Claudio (todos compañeros de carrera de mi hermana) en Portugal. Me invitaban para que fuera con mi hermana, pero ya había tomado mi desición y esta vez iba sola.

Cuando llegué ya había una cantidad considerable de gente. No tendría la vista privilegiada del día anterior puesto que la mayoría de la gente que vio esa mañana el despertar de los gigants se quedó esperando para ver cuando llegaran.

Encontré un lugar pegada a la reja con la vista de frente en la mitad de la calle. Decidí no moverme de ahí.
Las horas pasaron, llegaron mis hermanos Tae y Raimi junto a mi mamá. Quedaron bien atrás.

Los niños se sentaban delante de la reja, no había nada malo en ello (aunque, si yo fuera mamá, no dejaría a mi hijo libre por ahí, principalmente porque ese fue el motivo de 250 niños perdidos la tarde anterior). El problema  surgió cuando los gigantes comenzaban a divisarse a lo lejos por la Alameda. Resulta que el objetivo de las barreras es justamente impedir el paso de las personas hacia el lugar cercado. Creo que esa simple definición el chileno no es capaz de entender (ya que esa situación se dió en el 07' y en la tarde anterior, con el gigante bebiendo agua en la plaza de armas). Luego de que los niños se hubiesen adelantado más de lo permitido por carabineros, no falto el adulto con la brillante idea de romper el alambre que unia las barreras entre sí para poder pasar. Obviamente, si él pasó ¿por qué yo no?, pensó la mayoría de la gente. Fue así que adultos y niños saltaron las barreras tapando la visión a las personas que habíamos llegado temprano. Para carabineros fue imposible controlar la situación una vez más. Que decepción. Decepción de la inexistente cultura de eventos masivos existente en mi país.

Bueno, para qué calentarme más la cabeza con la repetida escena.
Aquí las fotos que tomé:



Mi toma favorita, lástima el enfoque (imposible enfocar cuando se tienen los brazos extendidos sobre la cabeza)


Nótese la bandera chilena.






Nota aparte:

En un principio creí haber sido la única persona a la que le había llamado la atención un liliputiense. Aquel ser de dreadlocks, alto, delgado y hermosas facciones.




 


Para mi sorpresa me encontré con un grupo en facebook donde todas las chicas comentabamos creer las únicas enamoradas de aquel francés y del cual, he extraído la siguiente imagen para compartirla con ustedes:


(foto tomada por Carito Andra Muñoz)


 Así finalizaba la persecusión a le petite.


Álbum completo en mi galería picasa.

viernes, 5 de febrero de 2010

Le Scaphandrier et le pétite Géante du Titanic (día 2)

Abro los ojos, el día está claro. Me levanto a ver la hora en mi celular. 07.30, maldición, me había quedado dormida. Rápidamente me vestí con una polera lo más cerrada posible, para evitar volver a quemarme. Junté mis cosas y me fui a la plaza Bulnes. Llegué y había muchísima gente. En medio de la plaza tres elementos llamaban mucho la atención: un ancla giante, obviamente una grúa, pero muchísimo más alta de lo que se había visto en el 2007 y en el día anterior y un container azul muy alto con el nombre "VALPARAÍSO" estampado a un costado.




Aproveché que me quedaba más de una hora para que despertara el gigante y fui a la plaza de la Constitución a ver a la pequeña dormir. Había muchísima más gente aún. Caminé a la plaza de armas, recién estaban enrejando ese sector. Volví a la plaza Bulnes y pregunté por el recorrido a un carabinero.

-Teatinos, Alameda, San martín.
-Muchas gracias.

Me ubiqué lejos, en la esquina de Teatinos con la Alameda, cosa de poder seguirlo un rato.
Esperé de pie a pleno Sol. De a poco fue llegando más y más gente. No me di ni cuenta, pero el sector donde me había ubicado ya estaba colapsad de gente. Llamé a mi hermana, ella estaba al lado contrario de donde estaba yo, quedamos de juntarnos después.

De pronto, dos liliputienses fueron subidos con la grua hasta el container, aseguraron unas cadenas a la tapa y bajaron haciendo "rappel" por un costado del mismo. Al mismo tiempo, los Balayeurs comenzaban a tocar Symphony o.




Poco a poco las compuertas del container empezaron a abrirse y asomaron dos liliputienses más, quienes aseguraron otras cadenas a "algo" dentro de la enorme caja de lata.




Obviamente ese algo era el tío Escafandra.
Una vez fuera, del container comenzó a salir humo.




Mientars el ambiente esta cubierto por esta bruma, procedieron a colocar los pesos en el traje del tio Escafandra.


 


Ya estaba listo para partir.


 


Adivinen qué...




El carabinero que me informó que el Escafandra saldría por Teatinos, tenía idea de absolutamente NADA. Frustrada al ver que se retiraba por el lado contrario al cual me encontraba, y que a esa altura ya me sería imposible seguirlo debido a la gran cantidad de gente, decidí correr a plaza de armas, donde me encontraría con mi hermana.
Esperamos alrededor de media hora a un costado del pasillo por el que se iría. Cuando lo vimos aparecer, la gente comenzó a saltar las barreras de seguridad y colapsar la calle. Con mi hermana lógicamente nos quedamos fuera de las barreras, esperando a ver si sacaban a esas personas.




Llegó a la esquina y se sentó en su especie de iceberg (o lo que seaque haya representado ese cubo azul), para luego proceder a tomar agua. Un grupo de liliputienses le desatornilló y luego retiró el vidrio frontal de su escafandra y un chorro de agua proveniente de un camión de bomberos comenzaba a entrar directo por aquel agujero de la escafandra.
Debido a la cantidad de gente, tuve que poner el enfóque de mi cámara en automático, y estirar mi brazo lo más alto posible para poder capturar el momento, lo que como consecuencia me trajo que la lente enfocó la sombrilla de una señora que estaba justo delante mío. He aquí las únicas dos fotos que puedo "rescatar", y que aún así, lucen horrible. Aina, mátate.


 


 


Nuevamente, el señor Escafandra no salió por donde lo esperaba, ya que la gran cantidad de gente que había saltado las barreras bloqueaba el paso. Siguió de largo y lo perdimos.

Luego de intentar infructuosamente adelantarnos a él y seguirlo un rato por el centro, nos dimos por vencidas y decidimos que debíamos comer algo (almenos yo, que era segundo día consecutivo que salía de casa sin desayunar). Así que partimos de vuelta a casa, almorzamos llenamos nuestras botellas de agua, se me ocurrió la brillante idea de cambiarme los gruesos jeans por unos pantalones delgados y sueltos, y salimos nuevamente. Esta vez nuestro destino era la plaza Bulnes donde a eso de las 20.00 hrs. el tío escafandra debía reunirse con su sobrina la Pequeña Gigante.

Llegamos a eso de las 15.00 hrs. Teníamos una larga espera de 5 horas bajo el sol aún. Por suerte llevé mi pendrive que salvó un rato con las extensas composiciones de Xenakis (amo a Xenakis). Nos aplicabamos bloqueador cada una hora.

Para nuestra sorpresa, la espera no se nos hizo tan larga (al menos a mí). A eso de las 16.00 hrs pasó por Teatinos la Pequeña en su barco, donde justo en el bandejón central de la Alameda se detuvo y los liliputienses lanzaron agua a los espectadores que rondaban por ahí, con el pretexto de limpiar el barco. Mucha gente saltó las barreras y se acomodó en la calle por donde entrarían los gigantes más tarde. De una Alameda limpia, decente y agradable, pasó a ser un basural. Sí, me impactó el antes y el después (una vez que carabineros corriera a toda esa gente). No era una calle, era un basural. Me llegó a dar vergüenza ajena de solo pensar en la entrada de los gigantes, y los pobres liliputienses que con cada paso dado, pisarían o una botella, una bolsa y quien sabe cuánta basura más. En fin (como siempre he dicho, amo mucho mi Chile, pero por la cresta que falta harto que aprender por parte de su gente).


 


Volviendo a la Pequeña, habrá estado detenida unos 7 minutos y continuó hacia el parque Almagro. Qué ganas de haberla visto allí, imagínense la foto, ella durmiendo en medio del verde parque, rodeada de árboles y de fondo la basílica y más atrás la cordillera. Pero bueno, no se puede estar en dos lugares al mismo tiempo ¿o sí?

Seguía nuestra espera y la de muchísima gente más. Los potentes rayos del Sol se reflejaban y potenciaban en el pavimento. En ese momento pensaba en quién me mandaba a meterme en esas cosas. Todo era por ver este hermoso espectáculo que nos visitaba luego de tres años (y quizás cuándo volverían, si es que vuelven) y por ver a ese liliputiense que revoloteaba por mi cabeza (sí, el mismo que cautivó el corazón de muchas chilenas, el liliputiense con dreadlocks).

Para pasar un poco lo caliente que estaba el ambiente, los bomberos lanzaron agua desde las alturas, en diferentes puntos de la Alameda.




Yo no me había percatado, pero justo tras la masa de gente que había en el sector donde estabamos con mi hermana, había uno de estos carros. Sentí una fina lluvia en mi espalda que luego se transformó en un chorro potente de agua que caía sobre nosotras. Como pude traté de salvar mi cámara, que justo en ese inoportuno momento tenía en mis manos. Me asusté mucho, pensé que sería el fin de tamaña inversión que había hecho hace menos de un mes. Para mi suerte, cuando dejó de caer agua, verifiqué y la cámara estaba a salvo.

A eso de las 18.00 hrs aplausos y gritos que se escuchaban a lo lejos nos alertaron de la venida del gigante.


 


Escoltado por carabineros llegaba desde el este al punto de encuentro. 

Pasó muy cerca nuestro.


  


Debe ser entretenido (además de hermoso) trabajar en esto, pero muy cansador.


 


Entró a la plaza Bulnes y se sentó en su "trozo de hielo" donde le sacaron la escafandra.




 Me pregunto cuánto pesará la escafandra

 


 Mientras Escafandra dormía, el genio, Jean Luc Courcoult, se paseaba por el lugar.




En algún momento determinado, todas las miradas se centraron en él, discutía con un carabinero, y todos queríamos saber la causa. Luego de gritarle un par de cosas en francés (que su intérprete traducía silenciosamente) y hacerle unos gestos de burla, se alejó enojadísimo, avanzó unos 10 metros cuando se volteó y le dedicó al carabinero el "ollúo" más enérgico que he visto en mis cortos 20 años. Avanzó un par de metros más mientras seguía discutiendo con su intérprete y volvió a dar la media vuelta para dedicar otro "ollúo" más. Toda la gente que miraba tal espectáculo respondió con un "oohhh" y se escucharon un par de aplausos. Hasta el día de hoy desconozco la causa de tal discusión.

La hora pasaba y a eso de las 19.30 desde el oeste apareció la pequeña Gigante con su impermeable y su bote.




También pasó muy cerca mío (nótese la cantidad de gente en el edificio observando).


 


Y finalmente tan ansiado encuentro ocurrió




Luego de verse, procedieron a sacarle el impermeable a la Pequeña, quien le bailaría el clásico tema "Y dansé" de los Balayeurs du désert a su tío.




Los liliputienses haciendo la magia realidad




Finalmente la escena que todos esperaban. Escafandra tomó en brazos a la Pequeña.




Por la izquierda entraba un liliputiense manejando una moto arreglada con una tornamesa y numerosos altavoces.




Se estacionó a mano derecha y otros tres liliputienses entraban con un disco de vinilo gigante.




Lo sacaron e instalaron en la tornamesa. Un clásico comenzaba a sonar.




 


 


Y junto con eso, los gigantes caian profundamente dormidos.





El espectáculo por hoy había terminado.
Debimos esperar una media hora con mi hermana para poder salir atravesando la masa de gente. Cansadísimas volvimos a casa.

Todas las imagenes disponibles en mi galería picasa.

lunes, 1 de febrero de 2010

Le Scaphandrier et la petite Géante du Titanic (día 1)

Como puedo resumir estos tres intensos días. Si tuviera que definirlos con una sóla palabra diría que fueron mágicos. Y es que estas marionetas gigantes son capaces de sacar a relucir mi alma de niña.

Luego de la experiencia en el 2007 decidí que este año tenía que hacer lo mismo, madrugar y perseguir a las marionetas los 3 días completos (desde que despertaban hasta que nuevamente se iban a dormir).

El Jueves quedé de acuerdo con mi amiga Camila de juntarnos el Viernes a las 09.30 en metro El Llano. Si no hubiese sido porque esa noche me acosté a las 5 am, le hubiera dicho que nos juntásemos a las 7.

Puntualmente nos encontramos y partimos rumbo a la estación Parque O'Higgins. Los vagones venían colapsados y como era de esperar, 3/4 de las personas que venían en el metro, se bajaron en Parque O'Higgins.




Nunca había visto tanta gente en esa estación.



Ni siquiera en la parada militar había visto tantas personas en la elipse.



Nos ubicamos bien atrás, para poder ver algo. Mi amiga Camila es más baja que yo, y eso que yo mido 1.55 m (definitivamente para eventos masivos debo llegar temprano y quedar adelante de la masa de gente si deseo ver algo). Y ahora nos quedaba esperar.

Los comerciantes aprovecharon la ocasión. Como suele decirse en buen chileno "era la papa"



¿Cómo luce la cara de una persona que la noche anterior durmió sólo 3 horas?



Ahora ya lo saben.

Y pasó el tiempo y daban las 10.30, hora en que le petite debía despertar.

Siguiendo la rutina de siempre, debía ducharse y vestirse.




Un liliputiense (quien luego se convertiría en uno de mis tantos amores platónicos) se acercó y le entregó un globo proporcional a sus 7 metros de estatura.




Saludó a la presidenta y partió rumbo a la laguna.

Como estabamos alejadas con mi amiga, pudimos adelantarnos a la pequeña y acercarnos.



Caminamos un rato a su lado cuando se detuvo y empezó a ejercitarse.
Soltar la cintura


Un par de sentadillas




Y estaba lista para seguir. En ese momento la dejamos ir debido a la cantidad de gente.
Debo decir que los eventos en masa no son tanto de mi agrado, pero hay ciertas cosas que no perdonaría perdermelas. Esta era una de esas.

Quizimos ir a la laguna pero cuando llegamos el panorama era poco alentador. Nos tapaba la vista un gigantesco árbol que estaba plantado en medio de la laguna y la gente amontonada a su alrededor.
No, no me arriesgaría a meterme a esa laguna, ni siquiera para conseguir una buena foto como lo hizieron varios.
Nos conformamos con ver sus pies inmersos en el agua y nos retiramos. Si hubieramos sabido el tiempo que nos tomaría llegar a la laguna y alejarnos de ella sólo para ver sus pies en el agua, no habríamos ido.
Nos retiramos sin más.

Al volver a la elipse me econtré con Les Balayeurs du désert abordando su van. Comprenderán que yo como amo a esta banda quise fotografiarlos, y luego de acosarlos con mi cámara, el baterista se resignó a saludarme. Me despedí con una sonrisa y un gesto de agradecimiento.



Casi en la salida nos encontramos con un organillero.


Mi amiga me dijo:
-Aina, yo sé que lo encontrarás muy infantil de mi parte, pero quiero comprarme un remolino.
Y yo le dije:
-Pues ve. (Y pensaba, yo era más infantil por querer ver a esta marioneta todo el día).


Eran recién las doce de la tarde y yo añoraba mi cama. Decidimos que era todo en el Parque O'Higgins y partimos a nuestros respectivos hogares.

La estación Rondizzoni estaba colapsada. Me tomó unos 20 minutos lograr cargar mi tarjeta y bajar hasta el andén. En poco tiempo más estaría en casa. Esperen, no, no estaría en casa, estaría haciendo unas clases para ganar un poco de dinero, ya que mi saldo era negativo debido a haberlo apostado todo en el casino la noche anterior. Luego de la clase me vi con $6000. Genial, pensé. mil me servirían para cargar mi tarjeta y los otros 5 mil para comprarme el cd de les Balayeurs.

Por fin llegué a casa a eso de las 16.20, vacié la memoria de mi cámara, saqué una botella de agua congelada que había dejado la noche anterior y salí nuevamente. En la micro me di cuenta que no había almorzado, y había recordado que en la mañana tampoco había tomado desayuno. Ups.

Mi próximo destino era la plaza de la Constitución. Logré una buena ubicación. Delante mío una señora con su hijo de unos 9 años, el que tan entusiasta como yo, le decía a su mamá que quería verla el día Sábado y Domingo también. Su madre, bien sutilmente lo mandó a la punta del cerro. Pobre de él.

El Sol era algo que tenía más que asumido para estos tres días. Sabía que el calor y la espera eran la peor combinación para este evento, dando como resultado un "sopeado" colectivo. Ese día andaba con una polera casi sin espalda. Adivinen qué. Lindo bronceado para este verano, el problema, ahora debo dormir de guatita.

Pasaba la hora y junto con eso, llegaba más gente, resguardo de carabineros, periodistas, etc.



Un perro atravesó las barreras y no encontró mejor lugar para sus necesidades que en medio de la plaza.



Luego, se andaba haciendo el lindo con un carabinero.



Los niños, todo por los niños.




Finalmente llegaba le petite a bordo de su roñoso barco salpicando agua y cubierta con su tierno impermeable.
¿ven el liliputiense que le desabrocha el impermeable?



Hora de bailar con los Balayeurs. Para mi sorpresa, Fatoumata Diawara, la africana-francesa que le ponía el toque de carisma a la banda, no estaba, y en su lugar, tiraban la pista de su inigualable voz. Cómo olvidar su " Y dansé".






Su típica reverencia al finalizar su baile (y nuevamente aparece aquel ser que aún no puedo olvidar).




Mientras tanto, Jean Luc Courcoult, el genio tras le petite, se paseaba por la plaza. Imposible pasar desapercibido con esa vestimenta ¿no?




Ya era hora de dormir.






Una vez finalizado el espectáculo, pasaron vendiendo el cd "bazar musical interplanétaire".
-Son cinco mil pesos.
Mientras buscaba el dinero que esa tarde recién había generado, pregunté por Fatoumata.
-No, ella ahora sigue una carrera de solista.
Mi expresión fue esta D:
-La banda se presentará el 5 en el cinearte alameda. -continuó la vendedora.
-Ahí estaré, muchas gracias.- le dije y me retiré.

Veremos que tal andan los Balayeurs sin Fatou. La vez que los ví en el 08' (también en el cinearte) Fatou era el alma de la fiesta.

En fin. Caminando al metro finalizaba mi primer día de esta historia. Exhausta, luego de una ducha antes de dormir, estaba programando mi despertador a las 06.00.

Click en las fotos para mayor detalle.
Todas las fotografías puedes encontrarlas en mi galería de picasa.