domingo, 6 de marzo de 2011

Capítulo I: Parque Nacional Altos del Lircay

Capítulo anterior: Introducción


Día 1: La llegada.

Quedamos de acuerdo para juntarnos el día Sábado 30 a las 09.00 hrs. en la estación central. El tren partía a las 09.15 y teníamos pasajes con destino San Fernando. Colapsado, a medida que se alejaba de Santiago la gente vaciaba los vagones y logramos sentarnos en el suelo.


En algún momento quise mirar la hora en mi reloj, pero me percaté que se había detenido puntualmente a las 09.15.


No pasó mucho más tiempo y llegábamos a San Fernando, lugar donde nos abastecimos de agua y en unas cuantas cuadras nos encontraríamos con la carretera, la ruta 5 sur.
En el trayecto desde la estación de trenes hacia la carretera me percaté de lo pesada que estaba mi mochila. Me dieron ganas de deshacerme de la mitad de las cosas que andaba trayendo, pero en ese instante no tenía tiempo para ello.

Parados ya en un lugar estratégico levantaba por primera vez aquel mágico pulgar que conseguía transporte gratis. Sin embargo, tuvo que pasar una hora para que un pequeño auto se detuviera y se llevara a Vicky y Oscar hasta Talca. Media hora más tarde nos llevaban a Ariel y a mí. Ese trayecto fue una larga conversación entre Ariel y Patricio, el chofer. Por mi parte tenía una invitación muy tentadora a caer en los brazos de Morfeo y no la rechazaría.


Ya estabamos en Talca mientras Vicky y Oscar estaban en San Clemente.
Cruzamos la ciudad bajo un Sol insoportable e intentamos que nos llevaran. Nada. Nada de nada. Tuvimos que tomar una pequeña micro que nos llevaría a San Clemente por la módica suma de $700 e intentar desde allí que nos llevaran a Vilches. No era nuestro día de suerte, claramente no lo era. Así que tomamos un bus que nos llevaría hasta la conaf, la entrada del parque. Las mochilas debían ir en la maleta del bus. Pensé que sería mejor así, iríamos más cómodos ya que el bus iba colapsado, pero una vez que abrieron el porta equipaje ¡HORROR! una densa y gruesa capa de polvo cubría todo. Yo "olvidé" que llevaba una chaqueta y mi saco colgando de la mochila y la guardé. Me olvidaría de mi mochila por un momento. Resulta que ese bus partía desde Talca y la tarifa era $1400. Nosotros lo tomamos en San Clemente ¡y la tarifa sólo variaba en 200 pesos!, un claro desperdicio de dinero. Ya no importaba. Íbamos camino al parque y con luz de día.
En la mitad del trayecto, nos detuvimos al lado de otro bus que subía, y al mirar por la ventana ¡Sorpresa! Vicky y Oscar sentados frente a nosotros. Se cambiaron de bus y nos reencontramos.
Ya faltaba poco y éramos los únicos pasajeros junto a dos mochileros más.
Sólo al llegar al destino recordé que traía mi mochila junto con la de Ariel en el lugar más horrible que podían venir. También recordé toda la tierra levantada por el bus en la subida hasta el parque. Al abrir el porta equipaje mi sonrisa se deformó. Le habría tomado una foto, pero mi cámara corría peligro con tanta tierra dando vuelta. ¿El saco y mi chaqueta? no quiero recordarlo.

Resulta que desde la parada del bus hay que caminar dos kilómetros en subida hasta la administracón. Sol + el esfuerzo por llevar la mochila a cuestas = una sopa de mi persona. Sólo pensaba en tomar una ducha al llegar. Agua helada o caliente me daba exactamente igual.


Luego de la caminata por fin llegabamos a la administración. Había agua y sombra. Y sí, por fin me aliviaba del peso de mi mochila.


Pagabamos dos días. El guardaparque nos recomendó subir el primer día a la laguna El Alto y el segundo al Enladrillado. Sonaba sensato, para aprovechar bien los dos lugares.

Una vez ubicados en nuestro sitio, levantamos el campamento. Bueno, digamos que Ariel levantó el campamento. Grata fue la sorpresa de no sólo contar con agua caliente, si no que también con luz y electricidad.





 30"

Mientras los chicos se duchaban yo cocinaba. El menú serían los clásicos tallarines. Los que serían objeto de burla por haberme quedado "demasiado aceitosos".



Luego del almuerzo - once - cena nos íbamos a los sacos. Así terminaba el día 1, con Ariel dejando la alarma lista para sonar al día siguiente a las 08.00 hrs.

Día 2: Laguna El Alto y El Enladrillado.

Y como era de esperar, la alrma sonó a las 08.00 hrs. Le tocaba cocinar a Ariel.
El desayuno consistía en sopa de verduras con tallarines. Tallarines pegados.


Una vez desayunados y luego de darnos muchas vueltas para juntar todo salimos a caminar. Empezamos el sendero a eso de las 11.00 hrs. con un Sol horrible que en un principio no se hacía notar, debido al espesor del bosque.


Vicky y Ariel quedaron atrás. Con Oscar le dejamos una botella de agua sobre una roca a la pasada esperando que la encontraran.
Al rato, yo me quedé atrás, Oscar me había sacado una ventaja de al menos 15 minutos y él llevaba lo que quedaba de agua.




Y de aquí en adelante, el Sol se volvió insoportable.










La vegetación cambió abruptamente.




Aún faltaba una hora de caminata para la laguna y yo iba con una sed que me desesperaba.




 En el camino saludé a un par de chicos, uno extrajero y el otro chileno. Les lloré por agua. Llevaban una camelback y por muchos intentos que hice de succionar la manguera fui incapaz de sacar una sola gota de agua. Quedé como polla.




Para mi suerte, Oscar me esperaba un par de metros más arriba con un poco de agua. Me reanimé, me recuperé. Y finalmente llegabamos a la laguna a eso de las 15.00 hrs.




Nos bañamos un rato y nos tendimos al Sol. Alrededor de media hora más tarde llegaban Ariely Vicky con el almuerzo que consistía, para los vegetarianos, en una caja de arvejas y, para los omnívoros, en una lata de atún por persona.




Otro baño.




Y las respectivas fotografías del sector.
La carpa que se ve a la orilla pertenecía a un grupo de andinistas. Llevaban 5 días caminando desde el parque nacional Radal 7 Tazas, un día menos de lo planeado por ellos, así que nos regalaron la comida que les sobraba, un sobre de puré, tallarines y dos mermeladas que más tarde salvarían a los chicos.




 Que lindo turquesa.




 Estábamos arriba, en la montaña.




 Decidimos que esa subida no la haríamos nuevamene y alrededor de las 16.30 hrs partíamos al Enladrillado..




 Este tramo era más relajado. Una pendiente casi nula.




 Pasaron alrededor de dos horas y llegabamos al Enladrillado. Victoria y yo. Los chicos ni idea. 20 minutos más tarde aparecieron fatigados, se comieron una mermelada y se recuperaron.





 ¿Les son familiares estas fotografías? este lugar lo visité durante mis vacaciones anteriores

 

Amo esa luz dorada que baña la montaña.


Valle el Venado, quizás lo visite el próximo verano.








 Se hacía tarde y me preocupaba el descenso de noche.





El Descabezado grande y los ladrillos gigantes.





Increíblemente arriba tenía señal. Aproveché de hablar con mi madre y luego comenzamos a bajar a eso de las 19.30 hrs.






La noche nos encontró en la mitad del trayecto. Astutamente andabamos con linternas que nos ayudaron.
La bajada fue mil veces peor que la subida. De hecho, cada pequeña subida que había era un alivio enorme para mis hinchadas rodillas.





Tardamos cuatro horas aproximadas en descender hasta el campamento, comeríamos puré y nos iríamos a descansar luego de tan larga caminata.

Día 3: cosas varias y un pequeño sendero.

Ariel y Vicky se levantaron temprano, muy temprano considerando que el día anterior habíamos caminado muchos kilómetros en subida, y compraron el desayuno. Un desayuno como esos que tomas en casa. Café con chocolate y pan amasado con huevos con tomate.




Luego huvo que lavar ropa. La ropa asquerosa que teníamos guardada del día que llegamos y la ropa asquerosa que teníamos del día anterior. Tan solo miren este charco de lodo:



Sacamos la vuelta un rato, lo merecíamos, y luego fuimos a caminar a un pequeño sendero que había llegando a la entrada del parque. La verdad no le tenía fé, pero admito que resulto realmente lindo.








Vicky, que intentaba aprender a silbar y Oscar.




De noche comeríamos los clásicos tallarines y nos iríamos a dormir. Al día siguiente había que levantar el campamento y seguir nuestro camino.



Mochileo Verano 2011: Introducción

Siempre había querido recorrer Chile por mi cuenta. Desligarme de la dependencia y decisiones de mis padres sobre qué lugares visitar. Así que junté un poco de dinero, tomé mi cámara y me mandé a cambiar. Ahora yo planeaba mi propia ruta... o mejor dicho, con Ariel planeábamos la ruta.

Dos días antes de salir planificamos el viaje: los lugares a visitar y cosas que llevar para sobrevivir.

La ruta incluía Altos del Lircay, Conguillío, Tolhuaca, Valdivia, Puerto Varas, Cucao, Quellón y de vuelta mi viaje finalizaba en Pucón con mi familia.
Se cumplió casi al pié de la letra, pero siempre hay imprevistos y esta no fue la excepción: Tolhuaca y Puerto Varas quedaron fuera.

El grupo de personas éramos Ariel, Victoria (su novia), Oscar (amigo de Victoria) y Yo.

Los dos días que restaban para el viaje se me hicieron eternos, pero finalmente partíamos rumbo al Sur: a encontrarme con familiares, a reencantarme con lugares y enamorarme de otros.